lunes, 5 de septiembre de 2011

¿LOS RECUERDA?





¡Mano chenta!, no seas neludo, primeras en línea, ron, ganas... Todas estas expresiones eran comunes hace ya mucho tiempo en la parte exterior de las aulas de la escuela Víctor Chavarría. En algunos casos, el juego se volvía tan apasionante que algunos llegaban hasta los puños cuando creían que se les había hecho trampa. Así como el juego de bolitas (no se oye tan nuestro cuando dicen "cincos o canicas"), hubo muchos otros que con el paso del tiempo se han ido perdiendo tan irremediablemente con nuestro recordado "Chipi Chipi".
Los abuelitos de los años 40, 50 y 60 dicen haber gozado caminando como jirafas utilizando los muy ingeniosos zancos. Estos eran el terror de aquellas señoras celosas de su privacidad que mantenían un tupido cerco de claveles para evitar las miradas indiscretas; pero para aquellos patojos chispudos no había secreto que guardar ya que encaramados en los famosos zancos se convertían en los más sagaces espías.
Echarse un cien era cosa muy entretenida. Algunos hacían sus capiruchos de carrizo, otros los compraban ya hechos de plástico con muy llamativos colores y hasta habían algunos hechos con semilla de encino que igual divertían a los patojos ingeniosos.
Los trompos, los yoyos y cuántos juguetes no fueron llevados a esa tan querida escuela que fue testigo de las memorables jornadas de recreo.
Cuando se trataba de ejercitar el músculo también había juegos muy interesantes, "placa, placa policía: ¿quién es este?; después de la selección de policías y ladrones había que quitarse de las puertas porque las carreras eran en ambos sentidos; algunos salían y otros entraban ocurriendo en muchos casos tremendos choques entre los sudados jugadores.
Así fueron nuestros abuelos, padres y hermanos.
Hoy, son otros los intereses de los patojos; desde el aparecimiento del famoso Atari y la proliferación de centros de juego con máquinas electrónicas el entretenimiento de los menores cambió por completo.
En esta ocasión, como parte de los festejos de independencia, la comisión de arte y cultura ha programado concursos de juegos tradicionales que ojalá pudieran tomar fuerza nuevamente para un sano entretenimiento de los patojos.


¿Nos echamos un cien?